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La respuesta humanitaria atraviesa una profunda adaptación urbana

97% de los refugiados afganos registrados que viven en Irán residen en zonas urbanas. Esto significa que llegar a esas personas es más complejo, ya que están esparcidas en grandes áreas y no tienen estructuras comunitarias. Foto @ EU/ECHO/Pierre Prakash

Por Pamela Sitko, Citiscope (*)

¿Cómo garantizar la calidad y la rendición de cuentas de la acción humanitaria en zonas urbanas? Un parte clave de la respuesta radica en lo que se conoce como normas Esfera. Éstas son poco conocidas fuera de los círculos humanitarios, pero guían a gobiernos, ONGs, fuerzas armadas, las Naciones Unidas y otras instituciones en la respuesta a desastres.

Ahora por primera vez, el Manual Esfera está siendo objeto de una profunda adaptación urbana. Publicado inicialmente en 1998, el manual está siendo revisado para ofrecer orientación sobre las acciones esenciales que los actores humanitarios deben implementar para responder a crisis humanitarias en pueblos y ciudades. Estos cambios reconocen que una parte creciente de la respuesta humanitaria se da, en la vida real, en zonas urbanas.

Esta revisión resulta del número creciente de crisis de naturaleza urbana a nivel mundial. Sin embargo, también refleja el aprendizaje y los importantes avances técnicos realizados en años recientes, especialmente tras el terremoto en Haití en 2010. Desde la última revisión del manual en 2009/10 han surgido varias tendencias, nuevas maneras de pensar acerca de pueblos y ciudades han recibido una atención creciente, y nuevos marcos de referencia han ocupado el lugar de otros más antiguos.

Quizás uno de los ejemplos más importantes de estas formas de pensar es el creciente uso de la ayuda en efectivo en contextos urbanos donde, por ejemplo, los mercados funcionan y son accesibles. Esto ha significado un cambio radical, sustituyendo la provisión de artículos de socorro tales como alimentos y abrigo por dinero en efectivo para que las personas decidan sus prioridades en lugar de que los organismos de ayuda decidan por ellas.

Todo esto coincide con un fortalecimiento significativo del énfasis que el sector humanitario ha concedido a la resiliencia y su aplicación al entorno urbano. Esto incluye la resiliencia en las actividades de preparación, adaptación y recuperación, así como las formas en que se puede vincular los programas de desarrollo con los humanitarios.

En líneas generales, se intenta dejar atrás las intervenciones humanitarias aisladas y reducir la dependencia de la ayuda en situaciones de desastres recurrentes tales como las inundaciones.

Bajo este enfoque, una ciudad resiliente es aquélla que usa la ayuda humanitaria como una inversión en la preparación futura por medio del desarrollo de planes municipales para manejar grandes flujos de personas, la preparación para el impacto del cambio climático y la reducción de los riesgos de desastres. Esto puede tomar la forma, por ejemplo, de planes de evacuación o la aplicación de códigos de construcción relacionados con la probabilidad de ocurrencia de terremotos.

El pensamiento acerca de las ciudades ha sufrido también el impacto de acuerdos alcanzados en los dos últimos años, los que pueden tener repercusiones mayores en la forma en que las organizaciones humanitarias desempeñan su labor.

Estos acuerdos incluyen la Nueva Agenda Urbana, adoptada el año pasado; el Marco Sendai para la Reducción de los Riesgos de Desastres 2015; así como también las Metas de Desarrollo Sostenible 2015, cuya Meta 11 intenta «hacer que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles», entre otros. Muchos esperan que estos acuerdos globales ayuden a mejorar el nivel de preparación y capacidad de respuesta a emergencias en zonas urbanas.

Otra evolución clave en la comunidad humanitaria es el movimiento hacia el «pensamiento sistémico». Esto significa dejar de lado la programación centrada en sectores en beneficio de un enfoque más integrado de la respuesta humanitaria. El pensamiento sistémico ha aumentado la capacidad de la comunidad humanitaria para comprender la complejidad urbana y los vínculos entre los servicios básicos tales como agua, saneamiento, electricidad, sanidad y educación a nivel local, municipal y nacional.

En una situación de desastre, por ejemplo, el pensamiento sistémico podría aplicarse a las necesidades de vivienda haciendo que los organismos y otras instituciones piensen más ampliamente sobre cuestiones relacionadas – propiedad de la tierra, mercados de alquiler, incluidos los propietarios y las cadenas de suministro de materiales. Este enfoque también haría que estos grupos piensen en aprovechar las oportunidades para catalizar el mercado laboral local, por ejemplo capacitando albañiles, carpinteros y plomeros especializados.

Las crisis de larga duración y los desplazamientos urbanos están cambiando también el paisaje humanitario en las ciudades que deben acomodar flujos cada vez más grandes de personas. Esto ha requerido una inversión mayor para garantizar el acceso a servicios básicos como viviendas, sanidad, educación, agua y saneamiento, electricidad y otros.

La evolución de estos análisis y estrategias tiene consecuencias directas para el Manual Esfera, que es consultado por todos los grupos que responden a crisis creadas por fenómenos naturales o conflictos – las ONGs humanitarias, las Naciones Unidas, las fuerzas militares, las autoridades gubernamentales, las empresas, los voluntarios y otros grupos.

Los grupos humanitarios usan el Manual Esfera para identificar las normas mínimas que guían la acción humanitaria principalmente a través de la descripción de los derechos y obligaciones implicados en ella. Estas normas mínimas están diseñadas para garantizar que se logren ciertas condiciones para las poblaciones afectadas por una crisis con el fin de que se recuperen con dignidad.

Existe una amplia gama de ejemplos de cómo se han aplicado las normas Esfera a nivel global. Entre ellos se incluyen las recientes crisis que han ocupado los titulares de la prensa internacional, tales como los terremotos de Nepal en 2015 y las respuestas a los refugiados sirios en Jordania, Líbano, Turquía, Irak y otros.

Por ejemplo, cuando las ciudades en Siria fueron bombardeadas, se dañaron las principales tuberías de suministro de agua. En consecuencia, los hogares se quedaron sin agua – o cuando les llegaba, el agua estaba contaminada con bacterias. Las normas Esfera fueron aplicadas por los organismos para implementar los programas de suministro de agua y cloración para garantizar que la cantidad de agua y su calidad fueran aceptables para la población que vivía en esos entornos urbanos.

La complejidad de estas crisis urbanas guía la reflexión durante la actual revisión del Manual. Las ciudades albergan a más de la mitad de la población mundial, generan 80% del producto interno bruto a nivel global y consumen el 70% de la energía. Las ciudades son diversas, densas y complejas. Funcionan con dinero en efectivo y negocios, y albergan competencias especializadas, innovaciones, mercados y tecnología.

Cuando se produce un desastre en una ciudad, estos factores pueden ser una oportunidad para la ayuda humanitaria tanto como un reto. La revisión del Manual Esfera alertará a los usuarios acerca de ambos aspectos de un desastre.

Veamos algunas de las principales cuestiones y preceptos urbanos que los futuros usuarios podrán ver a medida que el Manual Esfera se urbanice. Los profesionales son el público privilegiado del manual, de manera que la revisión apunta a garantizar que la orientación sea más tangible que conceptual.

A continuación, algunas de las formas en que el Manual será urbanizado:

  • Promoverá el aprovechamiento de la ciudad y sus oportunidades comprando productos locales, relacionándose con los mercados, empleando comerciantes locales.
  • Reflejará el contexto urbano centrándose en el trabajo con edificios altos, densidad habitacional, mercados y tiendas, efectivo, negocios, comerciantes, carreteras, espacios públicos y más.
  • Presentará el programa basado en transferencias de efectivo como la modalidad esencial para contextos urbanos y otros donde los mercados estén operativos durante una crisis. El consejo de un panel sobre esta cuestión recomienda que los organismos justifiquen por qué no usan efectivo en situaciones donde los mercados están operativos. El efectivo se usa cada vez más para ayudar con el alquiler y facilitar la reconstrucción autoedificada, especialmente en zonas urbanas.
  • Las normas Esfera son universales y necesitan ser contextualizadas. El manual recordará a los profesionales que las acciones clave y los indicadores necesitan algunas veces ajustes en las cantidades para responder a las necesidades. Esto es cierto especialmente para las acciones e indicadores referentes a servicios generales y públicos.
  • A continuación, algunos preceptos que el Manual ofrecerá para el trabajo en zonas urbanas:

  • Relacionarse con los servicios básicos existentes trabajando con todos ellos. Por ejemplo, facilitar la mejora de los servicios de salud, suministro de agua y saneamiento y recolección de basura. Los organismos humanitarios no deberían crear sistemas paralelos cuando existen ya sistemas gubernamentales o privados.
  • Trabajar siempre con actores locales, incluidos los gobiernos, las empresas y los comerciantes, los planificadores urbanísticos, los diseñadores y otros profesionales de la arquitectura.
  • Tener en cuenta la tenencia de la tierra y su impacto en las actividades sectoriales y de proyecto.
  • Pensar en enfoques basados en la zona (o basados en asentamientos o vecindarios) para promover respuestas multisectoriales en áreas geográficas en lugar de intervenciones aisladas en «silos». En el fondo, los enfoques basados en zonas sirven para colaborar en torno a un mismo propósito y no sólo para coordinar actividades.
  • Diseñar programas humanitarios que reflejen políticas y planes urbanos. Cuando estas últimas no existan, influenciar nuevos planes y políticas para la ciudad que sean inclusivos, sostenibles y centrados en la resiliencia ante los desastres.
  • Reflexionar acerca de los tipos de actividades sociales y económicas que se realizan en las calles o en los espacios públicos y de la forma en que ciertas acciones podrían mejorar dichas actividades.
  • Recordar que la «comunidad» no es homogénea y que la pobreza crónica se agrega a la complejidad de satisfacer las necesidades urbanas.
  • Juntos, estos temas constituyen una nueva vía importante por la que está evolucionando la acción humanitaria. Quizá el cambio más significativo en la acción humanitaria urbana es el impulso para usar efectivo como primera respuesta (donde los mercados estén operativos) con el fin de permitir a los recipientes que decidan de acuerdo a sus propias prioridades y necesidades.

    Otro cambio significativo es la necesidad de trabajar a través de las municipalidades. Este cambio se está dando en la medida en que los organismos toman el rol de facilitadores que trabajan para garantizar que los sistemas locales sean reconstruidos y fortalecidos en lugar de actuar como proveedores de servicios – como lo hacen a menudo en zonas rurales donde no existen los servicios básicos.

    El nuevo Manual Esfera estará listo para su lanzamiento el próximo año. Las instituciones, redes o comunidades de práctica interesadas en realizar una consulta pueden hacerlo contactando a Pamela Sitko.

    * Pamela Sitko es Asesora Técnica sobre temas Urbanos para la Gestión de Desastres de World Vision International. Trabaja en la sede de Sydney, Australia. Este artículo fue publicado por Citiscope, difusor de noticias sin fines de lucro que trata sobre las innovaciones en las ciudades alrededor del mundo. Ver más información en Citiscope.org

  • Ver también: Más de la mitad de los refugiados a nivel mundial viven en zonas urbanas; esto es lo que significa para las ciudades (en inglés).